lunes, 10 de octubre de 2011

La belleza ni se crea ni se destruye

N. del A. El tema de hoy va dedicado a todos los que se miran en el espejo. Para que no se preocupen de lo que ven en él y aprendan a disfrutar de la belleza que vamos sembrando por ahí.

Año II Opus 75
Lo que cuento hoy me fue inspirado el otro día, cuando me encontré a unos vecinos de la casa donde vivía antes. Cuando se lanzaron a ser vecinos míos - su dormitorio era lindante con el mío- formaban una pareja joven que yo admiraba por diferentes motivos: a él, por una hermosa cabellera; a ella, por un cuerpo magnífico rematado en un divino trasero de proporciones áureas y a los dos, porque derrochaban su juventud martirizando los muelles de su colchón con una frecuencia envidiable, mayor aún los fines de semana, a costa de mi descanso.

Fruto natural de aquellos combates fue una criatura con pulmones de Tarzán cuyo llanto sustituyó rápida y duraderamente el crujir de muelles que antes armonizaba mis noches. Créanme que yo prefería el ruido de la cama, porque aunque era recurrente, nunca duraba toda la noche.

Cuando tropecé con ellos,  él había sustituido su hermoso pelo por una alopecia androgénica bastante avanzada lo cual  me hizo temer lo peor. Esperé a que pasara ella para seguirla con la vista y observar su estampa trasera: aquél dignísimo castillo de popa propio del buque insignia de la Flota de Indias ya no era sino un pantalón relleno con forma más o menos irregular. Decepción olímpica. A cambio de estas  terribles pérdidas, un niño precioso de pocos años saltaba y jugaba rebosante de vida y vitalidad. En ese momento pensé que era evidente que una transferencia se había producido de los padres hacia el niño. Una transferencia de belleza o salud o juventud o tal vez, un poco de todo.

Ella tenía una magnífica popa de fragata
hoy convertida  en la de un esquife.
Conecté rápidamente este caso con otro encuentro del año pasado: una antigua compañera de facultad que creí reconocer en una mujer que viajaba en el Metro. Yo la recordaba también por su cuerpo venéreo, cuya perfección se alcanzaba igualmente en la grupa (disculpen la simplicidad de mi cerebro masculino, pero el rasgo que en mi mente conectaba a ésta mujer con mi ex vecina era la misma parte del cuerpo), una chica que entonces era muy atractiva a pesar de que portaba una nariz espantosamente larga y afilada. Tal era la nariz, que yo procuraba siempre sentarme detrás de ella, no tanto para admirar su noble retaguardia como para evitar que, estando delante, me descabellara en un estornudo. Pensaba entonces que su bello cuerpo era una indemnización de la Madre Naturaleza por su notorio defecto de producción.

La mujer que viajaba en el Metro se había operado la nariz: ahora era una bola graciosa y pizpireta. Sin embargo, la Madre Naturaleza debió considerar que la compensación ya no era necesaria y permitió que su cuerpo se desbordara en todas sus proporciones. También pensé entonces que la belleza parecía buscar un equilibrio como si la gobernara el principio de los vasos comunicantes.

Ahora lo veo claro. La belleza ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Los padres no perdieron belleza,  se la transfirieron al chaval y a la chica del Metro simplemente, se le reorganizó su belleza (en contra de mi criterio, ya que yo prefería la versión original, si me permiten dar mi opinión. Bueno, ahora que lo pienso, es mi blog, faltaría más, claro que doy mi opinión.)

Yo, cuando me miro en el espejo, veo un donante de belleza generosísimo, a juzgar por las arrugas de mi cara y los grandes espacios desforestados de mi cráneo. Y cuando veo a mis hijos, no me cabe duda de dónde ha ido a parar la donación. No me parece que haya nada más hermoso ni de lo que me pueda sentir más orgulloso que esta herencia para mis hijos que puedo disfrutar en vida, sin necesidad de pagar al notario. Todo lo contrario que la herencia de mi patrimonio económico, dado que confío en que mis derechohabientes esperen a que yo muera para hacerse con él; tal vez me equivoque y tenga que escribir algún día una rectificación de este artículo.

Por todo esto, quiero aprovechar esta ocasión para aconsejar a todos mis lectores que no lamenten la belleza y la juventud que han transmitido, sino la que hayan arrojado por el WC sin provecho de nadie y toda aquella que les quede dentro del cuerpo, adminístrenla  y disfrútenla a sorbos pequeños  o grandes tragos,  con delectación o glotonería. Vivan mirando con indiferencia el espejo, que la belleza no se pierde, podemos disfrutar de la que nos rodea, de nuestra gente, de nuestras cosas, de nuestros lugares o de nuestros días y semanas. Hay que recoger, como en un videojuego, todos los fresones que nos dan vida y con absoluto descaro, vivir a quemarropa.

Da igual el cuerpo que entreguemos a la Muerte, pero el alma, hay que entregarla usada, muy usada, imposible de reciclar.

7 comentarios:

  1. Como siempre, ha estado usted hoy muy fino querido Tio Eugenio. Dice el refranero español que quien tuvo retuvo y bien podría añadir que quien no retuvo al menos transmitió. Es bueno pensar que todo lo que perdimos lo ha encontrado otro por el camino. Eso sí, los kilos que pierda usted, no los deje muy cerca, no los vayamos a encontrar los demás, eh, que no nos viene nada bien...
    Un abrazo

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  2. →Pilar: los quilos que yo pierdo los vuelvo a encontrar yo mismo, al cabo del tiempo. Estoy en un bucle.
    Gracias y un abrazo
    ug

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  3. Me parece muy bonito eso de transferir la belleza y todo eso pero.... que pasa con el "indigente " ? Si ese que ya nació sin una pizca de belleza,vamos feo,feo,feo.Sería una cuestión de egoismo paterno o simplemente mala leche de la "madre naturaleza "? " po favo una limosnita que no puedo mirarme al espejo "

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  4. Se me olvidó decir que el comentario lo escribió Campanilla Besitos

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  5. →Campanilla: cada vez que veas a un engendro de esos, piensa que seguro que el que venía detrás de él en la cadena de producción es un chulazo macizorro.
    Como el que nació detrás de mi.
    Gracias, bonica.
    ug

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  6. me gusto mucho esta entrada sobre la belleza, la otra vez me compre un libro en Recoleta que abarcaban estos temas. Sirven para reflexionar

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  7. →Mónica: estupendo Mónica, me alegro de que te guste.
    Muchas gracias por venir
    ug

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Sus comentarios son bienvenidos, muchas gracias.

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