martes, 29 de marzo de 2011

El que esté libre de pecado que ponga la primera piedra

N. del A. Elecciones municipales y regionales en España. Los electores estamos con el bajón anímico, pero los candidatos en pleno subidón. ¿Qué les voy a contar que no sepan ya?
Opus 43
Según el Servicio Meteorológico Nacional, la península Ibérica y las islas están afectadas de lleno por una campaña electoral de fuerza tres. A ratos de componente norte, a ratos de componente sur, la campaña trae consigo fuertes vientos mediáticos, limitados,  eso sí, a velocidades de 110 km/ hora (hay que ahorrar gasolina para suministrar a los F18 de Libia)

Un año más, a los ciudadanos españoles el temporal nos ha pillado desprevenidos y eso que es un fenómeno de naturaleza cíclica, como el de El Niño. ¿Todos? No, la Junta Electoral Central estaba ojo avizor y había tomado algunas medidas preventivas como la de prohibir a los políticos desde hoy  inaugurar obras públicas durante la precampaña electoral. Una crueldad.

¡Pobres! Tantos y tantos titulares de poltrona municipal que ven frustrado su tierno sueño de cortar la cinta que inaugura un pantano o descorrer una cortina que cubre una placa que nunca leen (Yo nunca he visto a ningún jerarca leer la placa que acaba de descubrir -a ver, a ver, qué pone aquí...-; un día van a descubrir un chiste verde y van a seguir sonriendo estúpidamente a los fotógrafos) 

¿Acaso no es un crimen privar a un niño de soplar las velas de cumpleaños cuando lleva todo el año esperándolo? Pues igual tienen que sentirse los prebostes y mandamases de nuestros municipios. No obstante, la norma concedía una semana de plazo para terminar los últimos actos públicos de este tipo que estuvieran previstos. De esta manera la Junta Electoral concedía cuartel a los inaugurantes para desahogarse antes de la fecha tope. Como fumarse un cigarrillo a grandes caladas antes de que llegue el autobús. 

Creo que ha sido peor el remedio que la enfermedad, porque esta fecha tope no ha creado sino estrés político. Una carrera por inaugurar a toda costa lo que sea crea tal ansiedad que no es bueno para la salud de las personalidades, que tienen que pasar demasiado tiempo alejados de sus despachos expuestos a la contaminación de la sociedad. Prueba de ello son los ejemplos de políticos hospitalizados últimamente, que parece una epidemia. Aún así, se han obtenido resultados brillantes:

    Se inauguran obras públicas que no van a funcionar todavía, como el aeropuerto de Castellón, una muestra más de la maravillosa fortuna del presidente de la Diputación, Carlos Fabra, quien además de haberle tocado la lotería hasta en nueve ocasiones, va a tener una placa con su nombre en el aeropuerto, que no sería posible si esperásemos los meses que faltan para que el mismo esté operativo.

    Los señores Fabra y Camps, dos hombres con suerte, explican que el tamaño sí que importa.

      Se inauguran obras públicas varias veces, como un hospital en Oviedo, que ya lleva cuatro veces. Y todavía no funciona, así que yo recomiendo al Principado perseverar e insistir en inaugurarlo hasta que el hospital esté listo para atender enfermos. Quiera Dios que no les falte el ánimo y el tesón de intentarlo las veces que haga falta.

      El señor Areces inaugura una placa y se pregunta si es la misma que la de la semana pasada.
      Se inauguran obras públicas con frenesí, a un ritmo inhumano. Esto ha sucedido, por ejemplo en Extremadura, donde sus líderes se han visto obligados a realizar hasta dieciocho inauguraciones el último día permitido. Si mantuvieran esa diligencia durante todo su mandato, Extremadura tendría la renta per cápita de Luxemburgo o de Noruega.
      Escuela Superior de Hostelería de Mérida inaugurada in extremis, pero completamente operativa "para entrar a vivir"
      Se inauguran obras públicas a retazos. Es el caso, por ejemplo, de Madrid y su proyecto Madrid Río, que ni hartos de pollo lo vamos a ver terminado este año y dudo que el que viene, lo cual obliga al alcalde Ruiz Gallardón a inaugurar modestamente hoy un puente, mañana una papelera, ayer un arbolito... Cada cuál hace lo que puede, no se desanime don Alberto, que todo el mundo sabe que es usted un conspicuo inaugurador.
      Madrid  Río, poquito a poco, hay ya varios setos inaugurados.
      Señores candidatos, ustedes nos dan mucho más de lo que pedimos ¿Qué pedimos? Pues...
      1. Los votantes sólo piden que las obras se terminen y funcionen. Un suponer, la primera piedra de un maravilloso hospital nos la trae al pairo, nos interesa mucho más la última. Lo que queremos es un hospital terminado con médicos y enfermeros suficientes y una cafetería.
      2. Los cónyuges de los dirigentes sólo piden que demuestren el mismo desenfreno en su alcoba que en las inauguraciones. Me consta que algunos de estos cónyuges ponen por la noche una cinta alrededor de la cama, para que la criatura se excite cortándola.

      Así de sencillo, no se preocupen porque todos los partidos hacen lo mismo, así que todos no pueden equivocarse. Descubrir placas, cortar cintas, poner la primera piedra, colocar el primer ladrillo...a todos ustedes les da por el mismo pecado de la inauguración venial. 

      Vamos, que el que esté libre de este pecado, que ponga la primera piedra. 


      miércoles, 23 de marzo de 2011

      El Valet de Toilette


      N. del A. Discúlpenme si hoy toco un tema algo indecoroso para sus refinados y vírginales tímpanos e intelectos, pero sucede que ya estoy harto de entrar en los aseos públicos de bares o centros comerciales y encontrarlos como un muladar. No por ser un hecho bien conocido había que dejar de denunciarlo.
      Opus 42
      Ahora que se acercan las elecciones municipales, voy a proponer a nuestros candidatos que instituyan un nuevo voluntariado. Una nueva forma de canalizar las energías que nos sobran a los ciudadanos en beneficio de la comunidad, en vez de perder el tiempo con blogs de internet. Ésta es mi sugerencia:


      El valet de toilette

      Podríamos decirlo en inglés: Toilet assistant (porque W.C. Assistant es otra cosa, no se confundan), pero me parece más fino en francés. En español, ¡ni hablar!, que quedaría muy ordinario.

      El problema denunciado es suficientemente conocido y general a todos los aseos públicos de caballeros de esta España nuestra, ay, ay: una absoluta e intolerable falta de higiene. No se debe a una falta de limpiar, sino a una incompetente  y desafortunada utilización de las instalaciones por parte de los caballeros. Supongo que se puede generalizar a todo el planeta, pero reconozco que no he visitado todos los países. No me digan que eso no pasa en Suiza porque no es comparable, Suiza es un país civilizado.


      A los aseos de señoras sólo entro para hacer cosas inconfesables, por lo tanto no van a ser objeto de este escrito.


      No es un problema de ignorancia por deficiente formación académica, sino de educación, que no es lo mismo. En una España con tantos  universitarios, cabría esperar de todos nosotros una educación más esmerada, pero eso sólo se observa al opinar sobre vinos y coches caros, porque a la hora de ir al aseo no parece sino que nos han amamantado en una piara.

      La figura del valet de toilette que propongo sería un/a voluntario/a bien capacitado/a para el puesto al que se le suministrarían unos guantes blancos y una retribución basada en reconocimiento y honores públicos. Su labor no es limpiar, sino evitar que se ensucie inmerecidamente el cuarto de baño público. La función sería instruirnos y ayudarnos a los caballeros que usamos el aseo para asegurar bien el tiro y evitar así daños colaterales. Nos daría consejos e instrucciones para usar el inodoro con precisión y en los casos en que sea necesario, los voluntarios operarían ellos mismos nuestro cuerpo con sus guantes blancos. Con respeto y profesionalidad, se entiende. Aunque lo que hacemos en el cuarto de baño bien puede considerarse jurídicamente una obligación personalísima, en este caso considero muy justificada la ejecución subsidiaria en aras de la higiene pública. Y quien no quiera consejo o ayuda material, a buscar alivio en el solar de enfrente.


      Bien es sabido que la buena puntería no es una habilidad innata en los varones. No todos somos Bufalo Bill. A veces por la urgencia de descargar la vejiga practicamos un tiro instintivo, a bocajarro y demasiado a menudo, disparamos con un fuego graneado y a discreción sólo por jugar. A esta falta de seriedad, se añaden los peligros de esta sociedad avanzada que disfrutamos: nos crea demasiado estrés, el estrés provoca temblor de manos y el temblor de manos una verdadera escabechina en los inodoros. Como cazar conejos con bombas de racimo. 


      ¡Se ven tantos y tantos disparos errados a izquierda y derecha del blanco, por culpa de la manos temblorosas...! Aunque también hay muchos disparos que impactan bajo el inodoro y que no se explican por el estrés, sino, probablemente por la madurez de la viriles anatomías, que cada día que pasa tienen más dificultad en vencer la fuerza de la gravedad. Los impactos por arriba del inodoro, que también existen, no me los explico, la verdad; tal vez sean debidos a un exceso de euforia, parecido a cómo un piloto de fórmula 1 celebra su victoria con botellones de champán. Tal vez.

      El valet, merced a su experiencia, juzgaría qué usuarios pueden afrontar el reto por sí mismos, aunque tutorizados, y les encaminaría hacia los urinarios de pared, que serán de alta seguridad, es decir, de forma envolvente para evitar que el usuario de al lado sea víctima del fuego amigo.


      En cambio, aquellos otros usuarios considerados de alto riesgo, deberían ceder voluntariamente el control de la operación al propio valet de toilette. Es mejor así, pierdan la vergüenza y ganaremos todos.

      Además, se conseguirían otros efectos beneficiosos, ya que el valet se aseguraría de que...
      1. No se usa el teléfono móvil durante la operación, ya que puede distraer peligrosamente la atención del usuario y provocar un accidente.
      2. Se utiliza correctamente la escobilla del inodoro, un invento heredado de los antiguos que muy pocos conocen y utilizan hoy en día.
      3. No se olvida uno descargar el agua de la cisterna, un invento más popular sin duda, pero aún no usado al 100%. Lo sé por las veces que he encontrado evidencias de uso.
      4. Nadie se dedica a hacer "esgrima" con los chorritos, que ya somos mayorcitos para esos juegos.
      5. Ningún aliviado se marcha sin lavarse las manos, especialmente si su profesión es amasar pan. Créanme si les digo que lavarse las manos es una práctica menos común de lo que piensan; dan ustedes la mano  a todo el mundo demasiado alegremente.
      Estoy convencido de que la ciencia puede fabricar robots que hagan lo mismo que el voluntario especial que propongo. Podrían equipar los robots con medios de orientación electrónicos, como los que guían a los aviones para aterrizar en aeropuertos sin visibilidad alguna: no creo que aterrizar aviones sea menos complicado que orinar. Sin embargo, después de haber visto tantas películas de ciencia ficción donde los robots se rebelan contra los humanos, yo no confiaría ninguna parte de mi cuerpo a una de esas máquinas.


      En todo caso, yo prefiero la figura del voluntario municipal, porque además de ayudarnos, puede darnos conversación como un peluquero. Voluntarios para Valet de Toilette  no faltarían si su trabajo lo retransmiten en un Reality Show de televisión, que los humanos por salir en la tele hacemos lo que sea.

      Por supuesto, la mejor opción sería que aprendiéramos a comportarnos con respeto, empatía y educación, colaborando todos en mantener la limpieza de los lugares comunes.


      ¿No es así? ¿Por qué me miran entonces como si hubiera dicho una utopía?


      El de mi casa lo tengo un poquito más limpio. 



      domingo, 20 de marzo de 2011

      No en mi nombre

      N. del A. Con qué decepción escribo hoy estas cuatro líneas y es que los innombrables que conducen España en las últimas décadas, nunca saturan nuestra capacidad de desilusión. 
      Opus 41

      No en mi nombreCon este lema salíamos a la calle en las manifestaciones contra la participación española en la guerra de Iraq. En aquella ocasión, nuestro nunca bienamado presidente de entonces señor Aznar se fotografiaba en las Azores conchabándose con Bush y Blair para derribar a Saddam Hussein. Era éste Hussein un señor muy malo que hacía mucho daño, pero los españoles de aquel año de 2003, no queríamos vernos implicados en una guerra que no nos tocaba nada y que nos parecía motivada por el control del petróleo en Oriente Medio y no para quitarle a Hussein unas bombas atómicas. Por esta razón nos maniféstabamos en las calles contra la guerra.

      Hoy vemos en la prensa estos titulares:

      España intervendrá con cuatro cazas F-18, una fragata F-100, un submarino y un
      avión de vigilancia marítima

      Los cuatro cazas, junto con un avión cisterna, ya han tomado posición en la isla italiana de Cerdeña y estarán operativos este domingo para realizar misiones de patrulla aérea


      Nuestro nunca bienamado presidente de ahora, señor Rodríguez Zapatero, que entonces se manifestaba en contra de la guerra de Iraq, ahora se fotografía en París conchabándose con Sarkozy para derribar a Gadafi, otro señor tan malo como Saddam.

      ¿Qué hay de diferente en una guerra y otra? No tengo aquí la vara de medir tiranos, pero parece que tanto Gadafi como Saddam daban buena talla. En cuanto al petróleo, si bien Iraq produce más barriles, Libia tiene la mayor reserva de África, es decir, que en el futuro escenario en que empiecen a escasear los actuales yacimientos, Libia es una baza importante. Así que tampoco es el petróleo la diferencia entre las dos guerras.

      La única diferencia es la excusa que se utiliza para una guerra u otra. Cierto es que la excusa del mister Bush de las armas de destrucción masiva irquíes se demostró un camelo y que la excusa del señor Sarkozy de ayudar a los civiles libios bombardeados parece más humanitaria y mejor conseguida. Pero es una guerra igualmente. Una guerra de las de arrojar bombas sobre hijos de alguien,  hermanos de alguien o padres de algún hijo.


      Gadafi, como Saddam, fue sostenido en el poder por quienes ahora le bombardean. Hace poco estuvo en España, con su jaima, su harén y sus guardianas moras. Entonces, era amiguito y cenaba en La Zarzuela. Hoy, un desalmado que se la va a ganar. Occidente se ha pasado el último siglo creando monstruos y luego liquidándolos. ¿Estos rebeldes libios a los que ayudamos son tan buenos chicos como los muyaidines afganos a los que se ayudó a luchar contra los rusos? Tal vez sí, pero les recuerdo que aquellos muyaidines son esos talibanes tan malos que luego hubo que bombardear.

      Mientras tanto, la población civil de Libia, la de verdad, sufre. No la que vemos como ejército rebelde, que de la noche a la mañana tenían cañones y lanzamisiles (casualidades de la vida) ni tampoco la que se enriquece con Gadafi. Me refiero a la que va a recibir la metralla de ambos bandos. Creo que a ellos, nadie va a ayudarles.

      Señor Presidente, usted retiró las tropas españolas de Iraq, pero las mantiene en Afganistán y ahora las envía a Libia. Usted que tiene el mando de los ejércitos hará lo que decida hacer, pero por favor...

      ...no en mi nombre.

      viernes, 18 de marzo de 2011

      Astenia Primaveral

      Opus 40 
      N. del A. En el artículo que inauguraba este blog el pasado verano,- Bien hallados- Acerca de la depresión postvacional- les amenazaba con que algún día hablaría de la astenia primaveral. Este fin de semana en que hace ya buen tiempo y debemos cambiar los relojes al horario de verano, creo llegado el momento de cumplir mi amenaza.
      Antes:
      - ¿Que qué me pasa? Nada hijo, que con estos días así, que me pongo como tonto, no sé...
      Ahora:
      - No me hables, tengo astenia primaveral.
      Antes:
      - Ah... mmmm, oh...creo que me estoy enamorando...
      Ahora:
      - Joder, ya estoy otra vez con astenia primaveral.
      ¡Qué manía de poner nombre científico a las cosas! ¡Sólo se mata el encanto!  Toda la vida del Señor nos hemos sentido mustios en cuanto llegaba el buen tiempo y los días eran más largos. No sabíamos qué pasaba, pero notábamos los cambios en el cuerpo bien rápido y el mundo se transformaba de la noche a la mañana.

      Los síntomas son los mismos desde que Noé inventó los cruceros con mascotas y siempre son claros e inequívocos:
      1. Se nos quitan, lo primero, las ganas de trabajar o de estudiar, incluso a los que han conservado algo de pundonor durante el invierno.
      2. Las mujeres vuelven a lucir los escotes y las faldas cortas y los hombres volvemos a lucir la lengua fuera de la boca y los ojos saltones.
      3. Los domingueros que han estado hibernando como ositos pardos, se lanzan al campo y a los parques con hambre atrasada de tortilla y filetes empanados.
      4. En todas las conversaciones se citan los mismos milagros de cada año:«¡Fíjate, las ocho y todavía hay luz!»
      Eso es la Primavera. La sabiduría popular lo definía muy bien: La primavera, la sangre altera, pero esa definición ya no vale, no es profesional:

      (Procede de Heraldo de Soria.es)
      Esa dulce melancolía que nos invade en estas fechas, los médicos la llaman insulsamente Astenia Primaveral


      Además de melancolía y fatiga, nos dicen los doctores que produce apatía o ausencia de iniciativa. ¿No es maravilloso? Sí, porque sabiendo ésto, juzgo más benignamente a muchos vecinos, familiares y compañeros de trabajo, de quienes ahora comprendo que viven en una maravillosa primavera perpetua. Y siento envidia.


      Si es un caso grave, el médico le dará la Incapacidad Laboral Transitoria. Antes no, antes tu padre te daba por la mañana un Guantazo Paternal Transitorio que te ibas al trabajo sin tonterías. Algo hemos avanzado.

      Yo ya empiezo a sentir los síntomas. Me cuesta horrores levantarme para ir a trabajar, y es que durante el invierno ya he gastado mis pocas reservas de laboriosidad. Ahora mis tanques de proactividad están a cero; hasta escribir me da pereza. 
      Procede de fondosdibujosanimados.com.es


      De nuevo descubro que las mujeres de mi entorno vuelven a tener piernas y brazos. Tendré que ir a comprar un cilicio nuevo para alejar de mí los pensamientos de Satán. Pero que sea un cilicio de mi talla porque he engordado un poquito. ¿Cómo se llevarán los cilicios este año? Espero que no se lleven de pitillo que son muy ceñidos. Yo prefiero un cilicio holgadito, mejor que, como recomiendan otros santos, revolcarse desnudo en un hormiguero para vencer la tentación.

      Así que vuelvo a padecer, como cada año, un cuadro de astenia primaveral. Vuelvo a hacer mis planes de excursiones y a mirar alternativamente al sol en lo alto y al reloj con renovado asombro.

      Y sí, vuelvo a sentir de nuevo esa dulce melancolía primaveral, pero sabiendo que ahora se llama astenia, me siento enfermo. Ya no es como antes, cuando se me pasaba suspirando y escribiendo poemas ridículos. Ahora en cambio, me tomo la temperatura y busco en el cajón las vitaminas. ¿No eran mil veces preferibles los suspiros?

      Aahyyy..., ya vale de escribir, tendré que ir por unas recetas. Aunque si el médico de verdad me quisiera, si realmente quisiera curarme, entonces...


      ...entonces me daría un buen guantazo y me mandaría escribir poemas.

      lunes, 14 de marzo de 2011

      Aprender de la desgracia

      N. del A. Hoy escribo con cierta pena, no sobre la desgracia del maremoto japonés, que harto pueden leer de esto en los medios de comunicación, sino precisamente, de lo mucho que debemos aprender con algunas cosas, en nuestro pequeño país.

      He estado buscando entre las noticias sobre la catástrofe en Japón, alguna que me indicara que los japoneses son parecidos a los españoles. Y lo que he encontrado son noticias que nos sorprenden y nos admiran, porque aquí, no sucederían nunca.

      Me ha sorprendido, por ejemplo, la cantidad de testimonios que mencionan el  civismo de los ciudadanos japoneses, absteniéndose de saquear. Es un tópico en todo el periodismo de catástrofes difundir imágenes de ciudadanos asaltando tiendas, aprovechando la confusión, y llevándose televisores, por ejemplo (¿serán coleccionistas de electrodomésticos?) Sin embargo, parece ser que los ciudadanos japoneses se han contenido muy bien los impulsos de lanzarse a romper escaparates. A los españoles nos sorprende esta noticia, porque pensamos muy generalizadamente que lo que nadie te impide, es algo que se puede hacer. Yo creo que si se nos diera la oportunidad, la gente se llevaría los semáforos a su casa.

      Es también sorprendente para un español, las noticias sobre la calma y la resignación que, según cuentan, están mostrando los japoneses. Nada de escenas de histeria. Debe ser que la idea de la resignación ante el dolor está mejor conseguida en el budismo que en el cristianismo, o por lo menos, lo entienden de una manera mucho más práctica e inmediata que en nosotros, donde se nos promete una recompensa en otra vida que no consuela mucho. O es eso, o es que son de cartón. 

      De la misma manera, nos sorprende, e incluso nos ofende un poquito, que no aprovechen las agencias de calificación de crédito para hacer leña de la economía japonesa. Dice la agencia Moody's  que el terremoto no traerá una crisis fiscal en Japón y que saldrán de ésta. Una desconocida muestra de optimismo en una agencia que, mientras tanto, vuelve a castigar a los mercados españoles, a resultas del desastre. 

      Otra noticia que leo, me parece igualmente imposible que se diera en nuestro suelo patrio. El ciudadano nipón, se toma con "entereza", aunque con muchísima preocupación, el creciente peligro nuclear. En España, estaríamos ocupadísimos exigiendo la dimisión del ministro competente (o incompetente) por no haber previsto el tsunami. Una dimisión que no se produciría, porque aquí sólo conjugamos el verbo dimitir en la segunda persona del imperativo. También me imagino una polémica desmedida entre las diferentes administraciones públicas, donde cada una querría ser la competente para tomar las decisiones, siempre que la competente de financiarlas fuese la otra.

      Toda una lección que debemos aprender, como supongo que ellos tendrán que aprender otras cosas de nosotros. Mientras tanto, vaya con ellos mi admiración y mis mejores deseos para todos.





      viernes, 11 de marzo de 2011

      La Guerra de los Sexos.

      N. del A. Hoy les propongo un tema para debatir, de esos que se empieza charlando amistosamente en una mesa de bar y se acaba declarando muy serios ante un subcomisario. Porque si hombres y mujeres estamos condenados a amarnos, entretenemos la condena discutiendo. Es la Guerra de los Sexos. Ayúdenme a reunir tópicos de hombres y mujeres.


      ¿Somos los hombres diferentes de las mujeres?

      A ver, les aclaro, conozco perfectamente la diferencia entre un hombre y una mujer, ya que no soy el casto José. La pregunta se refiere a si hombres y mujeres somos tan diferentes...en todo lo demás.

      No les hablo de igualdad ante la ley, sino de algo donde ya es tarde para hacer algo:

      Los tópicos.

      Yo no sé si ustedes lo ven también, yo veo que unos y otras nos echamos en cara continuamente las mismas retahílas, los mismos chistes, en fin, tópicos. Ellos son muy básicos, ellas son muy complicadas... Tanto es así que asumimos inconscientemente los tópicos por completo y los ejercemos, como por obligación. ¿Realmente soy ya tan básico? Y usted, señora, ¿es tan complicada como dice, o simplemente le gusta más que la consideren así?


      Hoy reivindico una tregua en la guerra de sexos, para que podamos recoger a nuestros muertos. Porque en estos tiempos que corren en los se venera la corrección política, los hombres llevamos las de perder. Vamos, que yo ya estoy hasta el solar donde estuvo el flequillo de que generalicen conmigo.


      Conforme avanzan los conocimientos sobre neurología, los científicos locos atribuyen habilidades o funcionalidades a diferentes regiones del cerebro y si en un sexo esa zona es, estadísticamente, más activa o desarrollada que en el otro, se dice que tiene más capacidad para realizar determinada actividad. Esto es lo que dicen la biología y la estadística, significa que podemos afirmar que pensamos diferente los hombres y las mujeres. 


      De esa manera se explicaría, por ejemplo, que las relaciones sexuales se perciban de forma diferente por ambos sexos. Dicho más llanamente, que si los hombres somos muy cochinotes o las mujeres demasiado románticas, se debe, según parece, a los últimos seis millones de años de evolución, cuando los homínidos nos separamos de nuestro ancestro común con los chimpancés.



      -"Señorita, le ruego que no me censure porque le mire los senos, ya que seis millones de años de evolución me empujan a ello".
      (Aparte, al público) Este determinismo biológico me da algo de miedo, lo confieso. Yo no creo en el alma y lo lamento mucho, porque preferiría pensar que soy como soy gracias a una entidad inmaterial previa a mí que a un circuito eléctrico neuronal marinando en una profusión previsible de hormonas. Lo digo porque si únicamente somos química, cabe la posibilidad de que un día inventen la vacuna contra la rebeldía o los supositorios contra la discrepancia.
      Pese a lo que diga nuestra biología, yo afirmo lo siguiente: 


      Vale, no somos iguales, pero somos lo mismo.

      Somos lo mismo, la guerra de sexos es, simplemente una guerra civil. Creo que, aunque la naturaleza nos pueda haber hecho diferentes, gracias a la cultura podemos superar esa limitación de partida, si queremos. La biología y la estadística nos vienen dadas, pero nuestra cultura la hacemos nosotros en persona, con aciertos y errores. Así que menos tópicos. 


      Si es usted muy complicada, es culpa suya, señorita, no del género femenino.  Lo mismo le digo a usted, lector, allá usted si es un obseso sexual.

      No creo en los tópicos sobre hombres y mujeres, porque aunque ustedes se reconozcan en algunos de estos tópicos o reconozca a su pareja, no demuestra nada.Las personas somos algo más que lo que se espera de nuestro sexo. Somos decisiones.

      He enumerado algunos de los tópicos que a menudo usamos como arma arrojadiza en la guerra de sexos. Un día, casi me sacan un ojo con uno de éstos.

      Ayúdenme si quieren. Participen recordándonos tópicos sobre hombres y mujeres. He dejado algunos sin mencionar, adrede.

      Hombres
      Mujeres

      Sólo tienen dos neuronas, una para pensar en el fútbol y otra para pensar en el sexo.
      Sólo tienen dos neuronas, una para pensar en su aspecto físico y otra para pensar en el aspecto físico de las demás.
      Son muy básicos para el sexo
      Son muy complicadas para el sexo
      No son capaces de encontrar nada en un armario, aunque esté delante de sus narices.
      No saben orientarse en un mapa, ni con GPS.
      En cuanto pueden, te cuentan su servicio militar, desde la primera imaginaria.
      Si te descuidas, te describen sus partos con todo detalle desde la primera contracción.
      Prefieren perderse antes que preguntar dónde está una calle.
      Pueden hacer o pensar en varias cosas a la vez
      No soportan el dolor, ¡si tuvieran que parir ellos!
      No pueden dejar de hablar y hablar.
      Son unos brutos...
      Son dulces y cariñosas
      Sólo saben limpiar su automóvil.
      Llevan lo de limpiar en los genes
      Tienen menos dobleces.
      No pueden dejar de criticar a sus amigas en cuanto se alejan.



      miércoles, 2 de marzo de 2011

      Las Musas y yo.

      N. del A. Hoy, en mi cotidiano desnudar el alma, una referencia a mis pocas o nulas cualidades musicales. Una injusticia que nunca es tarde para subsanar, tal y como admito al final de esta entrada. Por cierto ¿cómo se llama la musa de los blogueros?


      A la hora en que yo nací, una madrugada de noviembre de hace ahora exactamente mil años, todas las Musas que debían derramar sobre mí sus dones, celebraban una fiesta de pijamas.

      Únicamente Clío, la musa de la Historia, mientras se pintaba las uñas de los pies, dejó caer algunas de sus dotes, fruto de lo cual es mi titulación académica. Las demás,  enzarzadas tal vez en una guerra de almohadas, no me hicieron ni caso.

      Especialmente doloroso es el caso de Euterpe, musa de la música, de Polimnia, musa de los cantos y pantomimas y de Terpsícore, la de la danza. No descarto que esas tres golfas estuvieran terminándose unas botellas de Martini entre las tres mientras yo nacía. Si derramaron algo serían sus copas, porque de sus artes a mi no me cayó nada.

      Para hacer más cruel la desidia  de Euterpe, alguien se encargó de que me gustara la música. Por esta razón he intentado en vano tocar algún instrumento, como la flauta o el teclado, pero me desanimo. Si me suena un DO bemol igual que un SOL sostenido, o un clarinete que un contrafagot, es porque en vez de orejas tengo dos ensaimadas.  A pesar de esto, cuando puedo, me entretengo tocando algo. ¿Por qué no?






      Pese al abandono a que me sometió Polimnia, también me gusta cantar, aunque lo hago fatal. Lo que yo hago cuando canto está tipificado en el Código Penal y en el Protocolo de Kyoto.  Prudentemente, sólo lo hago en la ducha o en los pasillos de mi casa: no quiero acabar procesado por delitos contra el medio ambiente. Del mismo modo que Alfred Nobel inventó ingenuamente la dinamita para acabar con las guerras, el japonés que inventó el karaoke no pensó en la posibilidad de que desaprensivos como yo utilizaran su invento. A pesar de esto, en mi casa, canto. ¿Por qué no?



      En cuanto a la ingrata Terpsícore, ay, ay... Aunque nunca he tenido afición, una vez a la semana, acudo a una academia para aprender bailes de salón. Las chicas, muy solidarias entre sí,  se turnan para bailar conmigo de modo que les sea más llevadero. Antes de empezar, saludo a mi partenaire de turno  con una reverencia de judoka, premonitorio de la gracilidad de movimientos que le espera. Como no tengo oído musical, sólo memorizo los movimientos, sin sentirlos.  El resultado es que conduzco a mi compañera como si la llevara arrestada a comisaría. A pesar de esto y a partir de ahora, si hay que bailar, bailo. ¿Por qué no?

      Creo que todos los seres humanos tenemos derecho a practicar cosas como la música o el baile. En mi caso, las indolentes Musas me han privado de los medios para hacerlo dignamente. Por esta razón, si entre mis lectores hay algún abogado especialista en Derecho Olímpico, por favor, que me pase su tarjeta que quiero llevarlas a los tribunales para que me indemnicen. 

      A Afrodita también la denunciaría, pero es que para ella pediría la horca.

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