miércoles, 25 de julio de 2012

El lado bueno de la vida

Los crucificados cantan alegres
"Always look on the bright side of life"
N. del. A. Ver siempre el lado bueno de la vida es una obligación de todos en cuanto a nuestro día a día, los problemas que a diario nos surgen con familia, amigos, trabajo... En cambio, en cuanto a la vida pública, creo que es también obligación de todos hacer patente el lado siniestro de las cosas. 

Año III, opus 105
No he podido evitarlo. Nuestro gobierno ha perpetrado uno de los mayores asaltos a nuestro bolsillo de los últimos tiempos aprovechando, muy hábilmente, que yo me encontraba de vacaciones. Efectivamente, sabedores de que la capital del estado se encuentra peligrosamente cerca de Móstoles, han esperado a que yo me encontrase a 600 kilómetros para cometer la canallada, pues de otro modo no se hubieran atrevido.

Pero ahora que el mal está hecho, no voy a azotarles como se debiera, porque he recordado la película La vida de Brian (Terry Jones, 1979). En la escena final de la misma, varios inocentes crucificados cantan alegres y dicen que "hay que buscar siempre el lado brillante de la vida". Sabia actitud que puede que reconforte su alma, pero que  les mantiene crucificados. 

Yo me imagino en esas cruces a los empleados públicos y desempleados  a los que les han quitado el dinero de sus pagas de navidad y, por si fuera poco, les han escarnecido y acusado públicamente como culpables y merecedores del latrocinio. Maestros, médicos, bomberos, policías, administradores, celadores, enfermeros, conductores de autobús, bibliotecarios, ... todos inocentes y crucificados. 

Después, nos han subido a todos los impuestos. Podríamos todos sentirnos en esas cruces.

¿Podemos exigirnos a nosotros mismos que nos esforcemos en ver el lado brillante de la vida si sabemos que vamos a estar en la cruz mucho tiempo y que aún se avecinan tiempos peores? No lo sé, diganmelo ustedes y si saben como hacerlo, compártanlo.

Otros iluminados sí que han sabido ver el lado luminoso de la vida. En el periódico de estos días se puede leer sobre los concejales y alcaldes gallegos que se han subido sus sueldos a sí mismos cuando al resto de empleados de corporaciones se lo mutilaban. Cierto es que no son cantidades grandes, en algunos casos, pero verles que con una mano te quitan y con la otra se lo guardan, da igual el partido que sea, resulta insultante, vejatorio, ofensivo y humillante. Léanlo aquí y por si acaso no la han visto, les incrusto la escena de los Monthy Python en las cruces:

Una veintena de alcaldes se subió el sueldo en plena era de recortes

Gobiernos del PP ignoran la promesa de Feijóo de contener dedicaciones exclusivas
















sábado, 7 de julio de 2012

Disculpas de vacaciones


N. del A. Como en otras ocasiones, me veo obligado a irme de vacaciones con mis chiquitines. Afortunadamente, dispongo de este multitudinario medio de comunicación para pedirles a todos disculpas por ello.
Año III, opus 104


Me voy de viaje con mis señores hijos y lo siento por ustedes, audaces blogueros, porque no van a venir conmigo, pero es que mis herederos son de las pocas personas a las que tolero que me amarguen mis merecidas vacaciones.

Lo siento por frau Merkel, que no le gusta que los españoles tengamos tantas vacaciones, pero tampoco a mí me gusta su peluquero y no le digo nada. Además, nos vamos a disputarles las playas andaluzas a los jubilados alemanes.

Lo siento por las televisiones públicas y privadas, ya que voy a pasar una semana sin tele, ni internet ni prensa canalla y falaz, así que voy a estar siete días sin ser manipulado por nadie y con tiempo para pensar por mí mismo. 

Lo siento por Esperanza Aguirre porque no voy a poder darle unos azotitos por querer modificar las leyes del tabaco y del juego para que un millonario americano traiga aquí sus casinos. No obstante, le dejo un cuaderno de caligrafía Rubio para que me copie cien veces: «No prostituiré las leyes».

Lo siento por los jugadores de la selección española masculina de fútbol, a quienes no voy a poder recordarles que declaren el importe de las primas ganadas en la Eurocopa en suelo español, que a veces, si no estoy yo atento, se hacen un lío y las declaran en paraísos fiscales.

Lo siento por la banca española, tan necesitada de activos, porque me voy a gastar mi dinero en helados por las terrazas de la playa en vez de invertir en participaciones preferentes como las que han usado para usurpar los ahorros a quien aún tenía algo.

Lo siento por los mineros asturianos y leoneses que llegan a Madrid a intentar salvar su medio de vida, porque no voy a estar aquí para ver cómo dejan la huella carbonosa de su mano en las nalgas de la Mariblanca de la Puerta del Sol, pues es seguro que la Delegada del Gobierno no les permitirá que dejen la huella en las suyas.

Lo siento por los escolares que están perdiendo el tiempo en frívolos juegos de vacaciones en vez de estar socializando en aulas abarrotadas de niños que, según nuestro nuevo hallazgo de ministro de Educación, es lo que necesitan.

Lo siento por la Royal Navy británica, porque voy a nadar en aguas del estrecho de Gibraltar y como me cruce con alguna fragata que venga de incordiar a los pescadores, la hundo de un mordisco. Que me conozco.

Y finalmente, lo siento por los gamberros y borrachines que dan una nota de alegría y color a las veraniegas noches de verano en mi barrio porque no les van a llegar mis entusiastas maldiciones para desearles que descansen en paz.

Y a ustedes, hasta pronto.

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