N. del A. A veces me siento que de veras soy un marciano, especialmente cuando veo tantas cosas que no entiendo en esta Tierra. Me gustaría ser extraterrestre para poder decir: "Todo lo humano me es ajeno". Pero sucede que no lo soy y por tanto no puedo negar que si éste es un planeta de locos, yo lo soy también.
Año III, opus 113
No se puede ser
extraterrestre de forma absoluta, ya que ser alienígena es una condición
relativa. Me explico: no siempre he sido extraterrestre. Cuando vivía en mi
planeta no lo era. Era una persona normal, como usted, salvando las
diferencias, por supuesto. Yo era un señor con su familia y su vehículo
con los que iba a pasear por los anillos de Saturno los domingos por la mañana.
Sólo empecé a ser extraterrestre cuando llegué al planeta Tierra.
O lo que es lo mismo,
yo soy un alienígena para usted, como usted lo es para mí. Recuerde esto cuando
usted se burle de mi origen.
Cuando me nombraron
corresponsal de la blogosfera en este planeta provinciano, sucio y destartalado
que ustedes se empeñan destruir amorosamente, pensé que podría hacer méritos
para que me destinaran a Júpiter o a Neptuno, los destinos que todos
querrían. Pero no, en la Tierra es imposible hacer méritos. No hay nada en este
globo que pueda interesar al público de Saturno, que desprecia todo lo terrícola.
El planeta Tierra es
insalubre para un saturniano medio, aunque sabemos el esfuerzo de la especie
humana por intentar agradarnos. Tienen ustedes un planeta sin agua potable,
casi toda ella en los mares o congelada en los polos, pero observamos con
agrado cómo están haciendo lo posible por potabilizar todo esa agua con grandes
cantidades de plomo y metales pesados, así como derritiendo ese inútil hielo polar. Sin embargo, aún les queda bastante para conseguir inundar todo de refrescante ácido sulfúrico, como el que disfrutamos en Saturno.
El aire, que antiguamente estaba viciado por un oxígeno irrespirable, está cada vez más saneado con metano y dióxido de carbono, y aunque pronto lo harán respirable para un saturniano, sigue siendo asqueroso. Los extensos y molestos bosques que antiguamente asolaban su superficie, están siendo sustituidos por acogedores desiertos con un ritmo firme y constante, aunque insuficiente. Están consiguiendo extinguir en riguroso orden las especies animales, menos la suya, que medra inútilmente.
El aire, que antiguamente estaba viciado por un oxígeno irrespirable, está cada vez más saneado con metano y dióxido de carbono, y aunque pronto lo harán respirable para un saturniano, sigue siendo asqueroso. Los extensos y molestos bosques que antiguamente asolaban su superficie, están siendo sustituidos por acogedores desiertos con un ritmo firme y constante, aunque insuficiente. Están consiguiendo extinguir en riguroso orden las especies animales, menos la suya, que medra inútilmente.
Todo eso está muy
bien, se lo agradezco en nombre de Saturno, pero quienes no interesan son ustedes, los humanos. Aunque cada día que
pasa sean ustedes más y más y se desvivan en inútiles luchas para intentar
llamar la atención de quienes vivimos en otros mundos, no interesan nada en
Saturno. Aunque nos haga mucha gracia su vulnerabilidad ante las catástrofes
naturales, que en Saturno se desencuadernan de la risa cada vez que un
terremoto o un huracán les diezma, luego todo se olvida. Muchas personas de bien en
Saturno no saben dónde está la Tierra.
Por todo esto le ruego
que no me miren por encima del hombro, señores terrícolas, simplemente porque
no nací en el mismo planeta que usted. Al menos en el mío, pertenezco a la
especie dominante. Ustedes, humanos, no pueden decir lo mismo, pues en su mundo
la especie dominante es la bacteria. No sean vanidosos y no desprecien a los
alienígenas.
Al fin y al cabo,
ustedes no son más que humanos.