N. del A. En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército de polvorones, han terminado las últimas operaciones navideñas. Lectores: LA NAVIDAD HA TERMINADO
En estas entrañables fechas, es un motivo de orgullo y una satisfacción, para mi calva y para mi, comunicarles que hemos sobrevivido a la Navidad, con el honor intacto y la cabeza muy alta, aunque reconociendo pérdidas aceptables. Atendiendo a las obligaciones adquiridas como bloguero responsable, comprometido e ilusionado, a continuación comparto con ustedes la razón de este éxito:
Una actitud positiva ante la Navidad.
A menudo oigo la expresión "Odio la Navidad...", "Estoy hasta el ~ de fiestas...". Yo mismo lo he dicho otras veces, pero ahora sé que es un error fatal.
Sí, tienen razón ¿qué hay de diferente en estos días? No lo busque que no lo hay, pero si no creen ustedes en el espíritu de la Navidad porque no son cristianos creyentes o bien están hartos/as, o bien porque son ustedes mamíferos de otra especie que no sea la humana, déjesen llevar, relájense y disfruten. Fluyan: Be water my friend.
Sí, estoy de acuerdo, hay muchas ocasiones durante todo el año para irse de fiesta, pero luego no lo hacen, así que si encuentran la oportunidad de irse a una fiesta en Nochevieja, pónganse el vestido de noche y a la calle.
Sí, por supuesto, hay que llamar a los amigos también en agosto, no sólo en este momento, pero lo cierto es que no lo han hecho ¿verdad?, de modo que no remoloneen y escríbanles o marquen su número. Olviden, se lo ruego, quién fue el último en llamar.
Sí, lo sé, no hay por qué esperar a los Reyes Magos para hacer un regalo a la persona que amamos, pero en raras ocasiones los hacemos porque sí, así que no sean tontos, disfruten del momento de abrir los regalos en compañía y mejor si no saben lo que es, aunque sospechen que es un pijama o la colonia de siempre.
Sí, les comprendo, los cuñados son inaguantables, pero no por ello hay que golpearles con el árbol de Navidad. En la medida de lo posible, terminen la fiesta en casa, no en el hospital ni en la comisaría.
Diviértanse cuando puedan, mañana tal vez no sea posible. Pónganse un gorrito o unos cuernos de reno en la cabeza. Disfrácense -yo me disfracé de moro-, hagan el oso durante unas horas. Adornen la casa, sin empalagar, y solázense con las calles iluminadas. Canten villancicos, aunque su voz sea insana como la de Asuranceturix.
Para cumplir fielmente con mi responsabilidad bloguera, también les hablaré de lo que deben ustedes evitar (debería decir debemos, pero es que soy un hipócrita, ya lo saben). Les decía al principio que he tenido que lamentar pérdidas aceptables. Básicamente son dos:
Mi báscula arroja dividendos. Un vigoroso repunte al alza, debido no tanto a las generosas refecciones como a una conciezuda labor de reciclado de las sobras. Si el índice de mi báscula fuera el Dow Jones, no habría crisis planetaria. No es el mío un problema estético ni de salud, sino de geometría: la esfericidad me sienta fatal. Retorno a las verduritas y las frutitas, como un Adán expulsado del Paraíso.
Mi cartera sufre de estrés postraumático y la tarjeta de crédito ha padecido un paro cardiaco. "Venga, es Navidad", "Un día es un día", " Porque yo lo valgo". Todas estas frasecitas son valores económicos que no conocen la deflación y una trampa para criaturas inocentes como ésta que les escribe.
Demasiadas fiestas y no nos perdemos ninguna, añadimos además celebraciones con compañeros de trabajo, camaradas, etc. Esto no se puede sostener. Por lo tanto, según el Protocolo de Móstoles para una Navidad Sostenible, recomendamos:
- Reducir el número de celebraciones a las festividades propiamente dichas o las fechas a ustedes les guste.
- Limitarnos al periodo de Adviento, que parece que la Navidad empieza en octubre y no es así.
- Elegir sensatamente a los cuñados que nos acompañarán en las fiestas, sólo los que no deseemos estrangular.
- Cocinar sólo lo necesario para la fiesta y repartir las sobras entre todos los culpables. Y beber lo justo para alegrar el espíritu, pero sin que nos empuje a ser sinceros con nuestros allegados.
- Y celebremos la Navidad, con naturalidad, pero con firmeza, a calzón bajado.
Construyamos el año que viene entre todos una NAVIDAD SOSTENIBLE.
Hola Ug, mira a mí la Navidad no me gusta, por todo eso que dices y por alguna cosilla más... pero me he reído un montón, porque contra más mayor me hago más razón encuentro en todas las posturas (incluso en la mía, que sería básicamente, si eso no rompiera ningún tierno corazón familiar, irme al Caribe en estas fechas).
ResponderEliminarMe apunto eso que dices de "beber lo justo para alegrar el espíritu, pero sin que nos empuje a ser sinceros con nuestros allegados"... que eso sirve para Navidad y para el resto del año... servidora, como bebe poco, resiste menos y como ya tiene de por sí cierta tendencia a la sinceridad... pues eso... que estoy por tatuarme la frase... ;-)
Un abrazo, Ug y feliz año (ya te lo debo haber dicho, pero es que estos días me sale como automático, oye...)
El año que viene nos apuntamos a UN CRUCERO, PERO DE QUINCE DÍAS y seguro que vemimos más delgaditos, con la tarjeta de crédito temblando, pero oye, al menos habremos visto o tierras helenas o el atlántico, que aunque está más cerca, el menos está lo suficientemente lejos de cuñados y familiares molestos, como para que merezca la pena. ¿Te apuntas????
ResponderEliminar→Francesca: hay que ser positivos y dejarse fluir, aunque dejarse fluir por el caribe también me apetece más a mi, así que no descartes que nos encontremos por allí.
ResponderEliminarFeliz año, niña, una vez más y todas las que haga falta hasta que se haga imposible de evitar ser feliz.
Ug
→Azaria: yo me apunto al crucero ese, donde quiera que sea. Que sea del tipo de "brother in law free", o sea libre de cuñaos.
ResponderEliminarUn beso, niña y gracias por venir por aquí.
Ug
Gracias, Ug, por tu genial sentido del humor. Me ha encantado este post de la Navidad Sostenible. ¡Ja, ja, ja!... Me solidarizo contigo de cabo a rabo y me identifico cien por cien con eso de la conveniencia de sincerarse con los allegados. Yo casi pongo tierra por medio a resultas de una discusión de campeonato acerca de la transcendencia del alma y el Bosón de Higgs. Un abrazo grande.
ResponderEliminar→Ana: Je, je...Hija, es que el bosón de Higgs es un tema muy delicado para hablar en Navidad, como el fútbol o la política. Hay cuñados que no lo comprenden.
ResponderEliminarGracias, niña, un abrazo igual de grande.
Ug
Yo no odio la Navidad, lo intento, no soy creyente, hace sólo 4 meses murió mi papá, en fin mil cosas para odiarla, pero no lo siento así. La Navidad me trae recuerdos felices de infancia. Ilusión, nervios, pies fríos la mañana de Reyes.... Lo único negativo: no pienso volver a ponerme cuernos de reno. Hace unos años lo hice con una compañera de trabajo, y ese mismo dia comunicaban una restructuración de plantilla en la cual nos encontrabamos las dos: a la puta calle! snif....
ResponderEliminar→Kira: los cuernos de reno no tenían la culpa de tu despido, sino los cuernos del empresario. Esos son los que hay que aborrecer.
ResponderEliminarMuchas gracias por venir por aquí, niña, y que la ilusión y los pies frieos de la mañana de Reyes nos dure mucho, mucho tiempo.
Ug