N. del A. Un MEME me manda hacer Violante. En este caso Violante es Sybila Layna, reina propietaria del blog El Oasis de Layna y el MEME, un reto sobre la Navidad, tres cosas que me gustan y tres que no. Nada que mi inútil ingenio de primate no pueda acometer con todas las posibilidades de fracaso a mi favor.
Año II, opus 84
No se puede decir nada nuevo de la Navidad. Esta es la primera de las cosas que no me gustan. Nos repetimos de forma cansina y la blogosfera es un buen ejemplo. El año pasado, por estas sagradas fechas, yo mismo escribí un post sobre la navidad sostenible donde contaba cosas que ya todos sabemos: que si las fiestas, las comilonas, los gastos, los cuñados, etecé etecé, todos lugares comunes, nada que no les suceda a todos ustedes. Y digo que a todos, porque entiendo que si tienen un ordenador para leerme, también tienen medios económicos para las celebraciones navideñas. No olvido que hay mil millones de personas en el mundo que no tienen el problema de los gastos y comilonas de la Navidad, sino el de sobrevivir cada noche, pero aún ésos, no se libran de los cuñados, que son gratis en todo el globo.
En llegando a este punto, en el que todos los años es lo mismo de lo mismo, es donde aparece la primera de las cosas que me gustan de estas entrañables fechas: nuestra inagotable capacidad de sorprendernos con la Navidad. Un ejemplo: Año tras año, se iluminan la calles con bombillas en forma de campanas, abetos, renos, estrellas... Siempre lo mismo, nunca he visto adornadas las calles con bocadillos de calamares multicolores. Y sin embargo, aunque no lo reconozcamos, nos encanta ver la iluminación, acudimos a verla el día que la inauguran, criticamos al alcalde tanto si pone muchas bombillas como si pone pocas y en fin, nos animamos a comprar regalos (por eso pagan los comerciantes). ¿Se imaginan una Humanidad donde ya nada nos sorprendiera ni nos conmoviera el ánimo? Mejor que no la conozcamos, aunque no lo crean, nuestra ingenuidad me parece una virtud maravillosa.
Llega el momento de hablar de la segunda de las cosas que no me gustan de la Navidad: La negatividad. A menudo encontrarán personas que dicen odiar la Navidad, yo mismo he sido así hasta que me caí del caballo. ¿Cuántos de ustedes son de los que detestan los excesos, la hipocresía y el mercantilismo de las fiestas navideñas y hablan con desdén de las tradiciones y suspiran porque todo pase pronto? Todos esos vicios son ciertos, pero no se gana nada odiando tres semanas de cada año, sólo lacerar nuestra salud, porque cada pensamiento negativo que tenemos se queda en el cuerpo, como cada dulce navideño se queda en nuestras lorzas. Evite los excesos, muéstrese coherente y controle sus compras, pero sea positivo siempre. O al menos, no me contagie sus odios personales.
En llegando a este punto, en el que todos los años es lo mismo de lo mismo, es donde aparece la primera de las cosas que me gustan de estas entrañables fechas: nuestra inagotable capacidad de sorprendernos con la Navidad. Un ejemplo: Año tras año, se iluminan la calles con bombillas en forma de campanas, abetos, renos, estrellas... Siempre lo mismo, nunca he visto adornadas las calles con bocadillos de calamares multicolores. Y sin embargo, aunque no lo reconozcamos, nos encanta ver la iluminación, acudimos a verla el día que la inauguran, criticamos al alcalde tanto si pone muchas bombillas como si pone pocas y en fin, nos animamos a comprar regalos (por eso pagan los comerciantes). ¿Se imaginan una Humanidad donde ya nada nos sorprendiera ni nos conmoviera el ánimo? Mejor que no la conozcamos, aunque no lo crean, nuestra ingenuidad me parece una virtud maravillosa.
Llega el momento de hablar de la segunda de las cosas que no me gustan de la Navidad: La negatividad. A menudo encontrarán personas que dicen odiar la Navidad, yo mismo he sido así hasta que me caí del caballo. ¿Cuántos de ustedes son de los que detestan los excesos, la hipocresía y el mercantilismo de las fiestas navideñas y hablan con desdén de las tradiciones y suspiran porque todo pase pronto? Todos esos vicios son ciertos, pero no se gana nada odiando tres semanas de cada año, sólo lacerar nuestra salud, porque cada pensamiento negativo que tenemos se queda en el cuerpo, como cada dulce navideño se queda en nuestras lorzas. Evite los excesos, muéstrese coherente y controle sus compras, pero sea positivo siempre. O al menos, no me contagie sus odios personales.
Y es precisamente llegando a este punto, cuando aparece la segunda de las cosas que me gustan de la Navidad. Se manifiesta la inagotable capacidad de conciliación del alma humana. Todos los años nos quejamos de lo mismo, pero siempre accedemos a entrar por el aro.
Nunca rompemos la baraja, siempre la jugamos. Aunque sea sin verdadera fe, escribimos felicitaciones, llamamos por teléfono, nos deseamos felices pascuas y acudimos a las celebraciones año tras año. ¿Por qué?. He aquí lo bueno, porque nuestro subconsciente debe saber que es mejor abrazar a la cuñada que volarle el moño de un revés, que es mejor fingir felicidad que demostrar hostilidad, que ganamos más escribiendo felicitaciones que maldiciones. Mi consejo es no romper la baraja sino jugar al tute con ella.
Y hablando de jugar, la tercera de las cosas que no me gustan de la Navidad: los milagros. Buena parte de la culpa la tiene la Televisión, que nos inunda de películas milagreras donde Santa Klaus acaba redimiendo el alma oscura de un bravucón, o algún fantasma rescata de la avaricia a un Mr. Scrooge. Parece como si en el resto del año pudiéramos consentir la soledad, la pobreza o el abandono, pero no en Navidad, donde todas las fuerzas de la magia y la superstición se aparecen para dar una lección al gruñón o darle cobijo al pobre. Una ilusión, ya que en enero, el pobre volverá a su pobreza y el rico a su riqueza.
Y esto mismo es lo tercero que me gusta de la Navidad: la inagotable capacidad de ilusión. No sé cómo conseguimos engañarnos cada año con que nos vaya a tocar la Lotería, que nunca toca (a los demás puede, a mí nunca). Tampoco sé por qué nos reservamos caprichos para estos momentos, porqué nos regocijamos llevando a los niños a patinar (con lo peligroso que es, no para los niños, sino para los adultos) o por qué disfrutamos tanto regalando juguetes y manteniendo la ilusión de los Reyes Magos (espero no haber descorazonado a ningún joven lector). Sea por lo que sea, ustedes opinarán lo suyo, yo creo que es algo bueno, fuera de toda duda. La ilusión, en dosis terapéuticas, reverdece el cuerpo.
Y ya está bien de hablar de las Pascuas, que se empacha uno como los polvorones. Gracias a Sibila Layna por acordarse de mí al transmitir el Meme . Para transmitirlo yo, dado que es tan difícil elegir a todos los blogs como a uno sólo, he elegido a tres, para esta sabia misión, si a sus dueñas les apetece:
Montse, del Blog A La Taberna de Montse.
Kira, del blog Kira Permanyer .
Pilar, del blog Con 40 y a lo loco.
Montse, del Blog A La Taberna de Montse.
Kira, del blog Kira Permanyer .
Pilar, del blog Con 40 y a lo loco.
Por ejemplo.
Ah, y FELIZ NAVIDAD.
Ah, y FELIZ NAVIDAD.