sábado, 4 de febrero de 2012

La Generación Perdida en los mejores Cines

N. del A. Está de moda hablar de la Generación Perdida, la de nuestros hijos que, según los más pesimistas, van a pasarlas canutas. Hay que ser muy negligentes para perder una generación entera y parece que la nuestra lo sea.

Año III, opus 87
Resumo en pocas palabras la situación social de la juventud española:
  1. Casi la mitad de nuestros jóvenes no encuentra trabajo. 
  2. La otra mitad gana cada día menos en trabajos cada vez más precarios
  3. Las ayudas para vivienda se reducen y los créditos bancarios se endurecen.
  4. Los servicios sociales que antes eran gratuitos dejarán de serlo
Por esta razón se empieza a hablar de la Generación Perdida. Una generación, la de nuestros hijos que no va a poder disfrutar del maravilloso estado del bienestar que estaban construyendo sus padres cuando la crisis escapó de los Infiernos. 

¿Dónde estará la Generación Perdida? ¿Cuál es su misterio inexplicable? ¿Cuándo podremos recuperarla? Si hemos perdido una generación, busquémosla. Nadie sabe dónde la ha puesto, no me explico cómo hemos podido ser tan irresponsables como para perder de vista la generación de nuestros hijos. Pongámonos ahora mismo a buscarlos y para ello, demos un repaso a los  precedentes. 

La batalla fue en Turquía y tan juntitos estaban que
se perdieron todos a la vez como lechones.. Los unos
por los otros, 
llegaron hasta China.
Puede ser que a esta generación perdida le haya ocurrido lo mismo que a la Legión Perdida de Craso. Un ejército romano que luchó contra los Partos (como Malthus) en la batalla de Carras, que andando, andando, se salieron del camino y se perdieron tontamente. Aparecieron, según se cuenta, en la China, nada menos. Un «pequeño» despiste colectivo que afectó simultáneamente a diez mil hombres y se conoce que ninguno se percató de que se estaban perdiendo o la indolencia les impidió levantar la mano para avisar. Puede que a nuestra despistada juventud le haya sucedido esto mismo y haya que buscarla en las tiendas de los chinos, perdiendo el tiempo indolentemente, aunque yo sé desde que surgió el Movimiento 15-M que aún quedan chicos y chicas capaces de levantar la mano para advertir del desastre.

Nuestros nenes son más guapos que este eslabón perdido,
que por lo feo que es, más que perdido, seguro que fue

 abandonado.
También puede ser que la generación perdida sea como el Eslabón Perdido (dícese de la forma transicional en la evolución de los homínidos, precedente inmediato del homo sapiens). Nuestros adolescentes son exactamente así, eslabones perdidos, son muy monos, pero aún no son hombres. Y si les falta esta hombría (o mujería, habrá que inventar el equivalente femenino) se lo deben tanto a la edad como a los sucesivos planes de estudios que cada gobierno impone para su propio provecho ideológico. Se consigue así una generación educada bajo mínimos, poco más que «las cuatro reglas» que recibieron nuestros padres. Para encontrar nuestra Generación Perdida tendremos que excavar en Atapuerca.

Dicen que el idioma Navajo y el hebreo se parecen
y es cierto: los dos me suenan a chino.
Y por qué no pensar que les sucediera como a las Tribus Perdidas de Israel, que, según los ingenuos europeos de hace unos siglos se fueron a hacer el indio a América veinticinco siglos antes de que los pudieran encerrar en el centro de Inmigración de la Isla de Ellis, en Nueva York. Los ingeniosos europeos de hoy se enriquecen vendiendo libros donde revelan el misterio. Esa es la solución, la charlatanería, el vender el humo, el misterio y la nada. Nuestros jóvenes pueden haber seguido esta vocación y tal vez hayan emigrado a América,  puede que estén enseñando sus diplomas universitarios y sus cursos de postgrado por esas praderas del Oeste Americano o jugándoselos al 15 rojo en los casinos de Las Vegas. No sé qué prefiero.

Hagamos lo que sea para encontrar esta generación. Sabremos recompensar a quien nos muestre su paradero. No es que esta generación que nos sucederá tenga mucho valor en metálico, tiene sobre todo un valor sentimental: son nuestros hijos.

2 comentarios:

  1. Igual es una generación algo más despierta que la anterior. Igual han aprendido que no hay que especular, que cuando hay vacas gordas en vez de derrochar hay que prepararse para las vacas flacas. Igual aprenden a pensar a medio-largo plazo y en lo que quieren dejar a sus hijos en vez de vivir un carpe diem mal entendido (como dijo un colega bloguero hace poco)

    Vamos, que igual la generación esa nos da mil vueltas. Para mi la generación perdida no es la que está saliendo ahora sino la que ha conseguido que lleguemos a esto. ¿Nosotros?

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    Respuestas
    1. →natsnoC: puede que tengas toda la razón del mundo, que los perdidos seamos nosotros y que ellos hayan aprendido la lección y sepan administrar su bienestar. Desde luego tienes razón en que hemos vivido un carpe diem mal entendido.
      Es muy sabio lo que dices y deseo fervientemente que tengas razón.
      Muchas gracias,
      ug

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Sus comentarios son bienvenidos, muchas gracias.

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