N. del A. Les he traído hoy cuatro fragmentos de otros tantos señores que, (ojalá pudiera decir que como yo) también escriben, o mejor escribían, ya que los cuatro, a día de hoy, se mantienen difuntos tan ricamente. En estos fragmentos se declaran cuatro razones para escribir, las cuáles, solemnemente, confieso que las hago mías. Con permiso de sus autores y de ustedes
Escribir como utilidad pública
Desde siempre ha sido mi género favorito el humorístico, y en él incluyo desde Mendoza hasta Apuleyo, pasando por Cervantes y Galdós. Y leía teatro de joven. No es corriente en un adolescente que lea teatro, pero yo lo hacía - no me tomen por un tipo extraño- tomaba prestado en la biblioteca obras de teatro de Poncela, Neville, Paso, Arniches, Muñoz Seca, Cabal, Ionesco… Para mí, uno de estos autores destacaba entre todos ellos: Miguel Mihura. Su sentido del humor era especial, y sobrepasaba la situación cómica o el gag. Yo, como él, opino que escribir, cuando se hace con humor, tiene una utilidad pública. De esta manera lo justificaba el propio Mihura:
Yo recuerdo que LA CODORNIZ nació para tener una actitud sonriente ante la vida; para quitarle importancia a las cosas; para tomarle el pelo a la gente que veía la vida demasiado en serio; para acabar con los cascarrabias; para reírse del tópico y del lugar común; para inventar un mundo nuevo, irreal y fantástico, y hacer que la gente olvidase el mundo incómodo y desagradable en que vivía. Para decir a nuestros lectores: «No se preocupen ustedes de que el mundo esté hecho un asco. Vamos a olvidarlo y a procurar no enredarlo más». Y aquí reunidos, mientras la gente discute y se mata, nosotros, en un mundo aparte, vamos a hablar de las marinas, de las ranas, de los gitanos, de la luna y de las hormigas. Y nos vamos a reír de los señores serios y barbudos que siempre están dando la lata y buscándole los pies al gato. …
(Miguel Mihura, artículo publicado en La Codorniz, noviembre de 1945)
Escribir para matar el tedio.
Sí, Jardiel Poncela me enseñó que se podía mantener el mismo tono de humor a lo largo de toda una novela. Aunque más conocido por sus obras de teatro, en sus novelas Jardiel es mucho más atrevido e innovador. Él mismo lo decía, que el público de la novela admite mejor las novedades, porque si no le gusta lo que lee, deja de leerlo o regala el libro; pero al público del teatro no le agrada que se le estropee la noche que tiene para salir y no arriesga, no desea fantasías y por ello exige aquello que sabe que le gusta.
En el prólogo de Amor se escribe sin Hache, escribe unos alejandrinos con una descripción de sí mismo y explicando por qué razón es escritor y no sereno:
…
Escribo porque nunca he encontrado un remedio
Mejor que el escribir para ahuyentar el tedio,
y en las agudas crisis que jalonan mi vida,
siempre empleé la pluma como un insecticida.
No me importa la gloria, esa vil cortesana
que besa igual a todos: Lindbergh, Charlot, Beethoven…
Y no he ahorrado nunca, pensando en el mañana,
porque estoy persuadido de que he de morir joven.
(Enrique Jardiel Poncela. Prólogo a Amor se escribe sin hache. Biblioteca El Mundo, 2001)
Yo soy un blogodependiente bisoño, pero afirmo aquí y ahora que un buen bloguero debe leer, aunque sea un poquito a Julio Camba. Sabía resumir en pocas líneas el contenido que quería expresar, lo hacía con un estilo ágil y agradable al tacto y con un fino sentido del humor. Sin estridencias, sin locuras. Es él quien decía que había años que no estaba uno para nada. En un libro de viajes, prefería describir la casaca del portero del hotel que la catedral gótica de la ciudad. Porque afirmaba que lo que dice un escritor no es nada fiable, debido a que escribir es su forma de ver el mundo, muy parcial en tanto que no ve un paisaje, sino que ve un artículo sobre ese paisaje:
… Nada es como es, sino como nos lo representamos, y el escritor, colocado ante una cosa cualquiera, o no la ve, o la ve en forma de artículo. La naturaleza, para él, es efectivamente un libro: un libro que va a escribir y del que piensa vender algunos miles de ejemplares a tres pesetas cincuenta. El diabético convierte en azúcar todo lo que ingiere, el hepático lo transforma en bilis y el escritor lo transforma en libro.
… Nada es como es, sino como nos lo representamos, y el escritor, colocado ante una cosa cualquiera, o no la ve, o la ve en forma de artículo. La naturaleza, para él, es efectivamente un libro: un libro que va a escribir y del que piensa vender algunos miles de ejemplares a tres pesetas cincuenta. El diabético convierte en azúcar todo lo que ingiere, el hepático lo transforma en bilis y el escritor lo transforma en libro.
(Julio Camba. La aventura de la peseta.)
Escribir como redención.
Este último ejemplo no pertenece al género humorístico, pero tiene la culpa de que, siendo yo como soy un gran aficionado de la Historia, no resulte muy de mi agrado la novela histórica. Y es que nunca he podido dejar de comparar las novelas históricas que he leído posteriormente con ésta. Leí el Sinuhé un verano, siendo adolescente, tenía entonces un buen flequillo, todo el tiempo del mundo y el cuerpo y la mente virgen (¡suspiro!) Según terminé el último capítulo, di la vuelta al libro y empecé de nuevo por el primero. Es el único libro que he leído tres veces seguidas, tal vez mi cerebro era por aquel entonces excesivamente impresionable. Y eso que estaba protegido por una abundante cabellera. Seguro. Pero creo que por esta razón, repito, el resto de novelas históricas me saben a poco. Es injusto, ya lo sé.
Toda mi vida he recordado el maravilloso primer capítulo, donde explica que la fama no es lo que pretende alcanzar. Quiere redimirse. Yo, afortunadamente, no tengo los mismos pecados que Sinuhé, pero es cierto que inicié esta andadura bloguera para desintoxicarme de una vida que no llegaba a ninguna parte. El arte por el arte, la letra por la letra:
Yo, Sinuhé, hijo de Senmut y de su esposa Kipa, he escrito este libro. No para cantar las alabanzas de los dioses del país de Kemi, porque estoy cansado de los dioses. No para alabar a los faraones, porque estoy cansado de sus actos. Escribo para mí solo. No para halagar a los dioses, no para halagar a los reyes ni por miedo del porvenir ni por esperanza. Porque durante mi vida he sufrido tantas pruebas y pérdidas que el vano temor no puede atormentarme y cansado estoy de la esperanza en la inmortalidad como lo estoy de los dioses y de los reyes. Es, pues, para mí sólo para quien escribo y sobre este punto creo diferenciarme de todos los escritores, pasados o futuros.
Porque todo lo que se ha escrito hasta ahora lo fue para los dioses o para los hombres…
(…)
Porque el hombre que escribe, y más aún, el que hace grabar su nombre y sus actos sobre la piedra, vive con la esperanza de que sus palabras serán leídas y que la posteridad glorificará sus actos y su cordura. Pero nada hay que elogiar en mis palabras, mis actos son indignos de elogio, mi ciencia es amarga para el corazón y no complace a nadie. Los niños no escribirán mis frases sobre las tablillas de arcilla para ejercitarse en la escritura. Los hombres no repetirán mis palabras para enriquecerse con mi saber. Porque he renunciado a toda esperanza de ser jamás leído o comprendido.
¡Se acabó Ug! a partir de ahora ya no eres un novato en esto... ¡menudo post bonito y reflexivo te has sacado de la manga!.
ResponderEliminar¿Así que empezaste para desintoxicarte de una vida que no llevaba a ninguna parte? ¡pues como todas las vidas!... si no las conduces sólo van directas a la muerte, sin más, pura biología. Muchos estamos aquí por lo mismo, porque necesitamos esta otra vida novelada, este atril donde apoyar los papeles y lanzar el discurso, este club donde acabar reuniendo a los amigos (que oye, funciona, ya ves el mío, que acudís sin que os llame y todos cortados con el mismo patrón).
Felicidades Ug, me gusta lo que dices, pero también (y mucho) cómo lo dices. Pena me da no haber sido tu primera seguidora... pero la segunda tampoco está mal!
Un abrazo!
F.
¡Muchas gracias, niña! La culpa de empezar con esto fue mía, pero de que continúe es vuestra, por los ánimos que me dais, y muy especialmente tuya, porque siempre han sido cariñosas tus notas y fuiste la primera comentarista, y eso ya está escrito en mi folio correspondiente del registro de la vida.
ResponderEliminarY sí, cada vez que veo un blog nuevo aprendo cosas, así que, afortunadamente, seré un aprendiz toda mi vida.
Un abrazo de boa.
Ug
Vea, lo que yo creo es que si busca desintoxicarse en este mundo virtual le resultará una tarea titánica.
ResponderEliminarPor lo demás, muy interesante su artículo.
Un saludo.
@Yoni Bigud: muy honrado de tenerle por aquí. Tiene usted razón,la vida virtual no me desintoxica, pero mientras escribo y leo me siento bien. Algo es algo y si es algo, ya me vale.
ResponderEliminarUn saludo y hasta la próxima, Lord Vader.
Ug
Hola, Ug. Me sumo al comentario de Francesca y te agradezco un post con tanta historia y tanta belleza. A mí también me gusta mucho lo que dices y, por supuesto, cómo lo dices. Es un placer leerte. Un abrazo.
ResponderEliminar@Ana María,el placer es mío. También te hago a ti responsable de que continúe martirizando la red con todas estas cosicas.
ResponderEliminarMuchas gracias por visitar esta tu casa y por hacerla más agradable.
Bisoux,
Ug