El fin del mundo está llegando al Mediterráneo español desde los años 60: una oleada de cemento invade el mar |
N. del A.: En otro artículo del primer día de este año (pinche aquí si no ha escarmentado usted aún) ya decía unas cuantas tonterías sobre el fin del mundo previsto por los mayas, pero es que aquellos nobles indios debían fumar la misma hierba que fumaba Nostradamus y los responsables de Youtube, según se puede leer en las noticias recientes, que relacionan todo esto.
Año III Opus 120
Me niego rotundamente a aceptar ese fin del mundo que nos viene impuesto desde el extranjero. A los mayas que lo predijeron ya les llegó su fin del mundo antes de que aparecieran los españoles por allí. Aquellos españoles, por cierto, se esmeraron en proporcionar el apocalipsis gratuitamente a la mayoría de los indígenas americanos de entonces, pero los mayas ya habían tenido el suyo particular. Lo siento.
Un fin del mundo debe emanar de la soberanía popular y no ser una condición impuesta por los mercados de capital internacionales. No queremos un apocalipsis que ni nos va ni nos viene, sino un fin del mundo español, a la manera tradicional nuestra, es decir, una fiesta hoy y mañana un Dios dirá.
No podemos aceptar que, por conveniencia de unos pocos, tengamos que cargar con un Armaggedon globalizado, ya que cada pueblo tiene su propia escatología y no debemos inmiscuirnos en la forma en que cada cual quiera irse al infierno. En este blog creemos en el derecho de autodestrucción de los pueblos.
No podemos consentir que nos obliguen a los españoles a acudir al Juicio Final con la prima de riesgo por las nubes. Deberíamos habernos ido al infierno en la época de José María Aznar, quien presumía de tener una deuda pública con triple A, pero no ahora, en el peor momento.
No debemos extinguirnos sin haber completado el rescate de los bancos españoles, no sea que los culpables del desastre se libren del castigo eterno, alegando que son insolventes. Paguemos hasta el último euro para asegurarnos de que los cuecen a la brasa.
No debemos acudir al Juicio Divino sin haberle proporcionado un juicio humano al camarada Urdangarín, el de las obras pías sin afán de lucro, ni a tantos y tantos pillines que moran en el suelo patrio. No podemos presentarnos ante la justicia Divina en el mismo banquillo que todos ellos.
No es momento de catástrofes, ahora que estamos privatizando la Sanidad, pues no sabemos si los seguros privados cubrirán los tratamientos contra la Peste, ni momento de pasar más Hambre de la que ya se pasa en España, ni podemos tener más Guerra ahora que incluso manifestarse en la calle es ya delito. En cuanto a la Muerte, sí, que venga, que en España siempre nos hemos reído mucho de ella.
No podemos irnos ahora que somos campeones del mundo de fútbol. No podemos abandonar el planeta ahora que vamos a cobrar la paga de Navidad los pocos españoles que no somos funcionarios, no estamos en paro o no estamos embargados para siempre. No queremos morirnos el día de antes del Sorteo de Lotería de Navidad, no sea que nos toque y podamos pagarnos un buen abogado en el Juicio Final.
Hay muchas más razones para negarnos. Yo quisiera hacer un llamamiento a la unidad, para que salgamos todos a la calle a impedir con nuestra voz el Fin del Mundo. Que el Apocalipsis sea sólo para quien se lo merezca.
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