sábado, 20 de noviembre de 2010

Noche portuguesa

 
N. del A. En algún sitio he comentado ya el momento en que decidí abrir este blog, hoy simplemente les amplío información. Ustedes no me los demandaban, pero yo, tan servicial como siempre y adelantándome a sus deseos, les ofrezco los detalles. Inicialmente iba a ser un blog sobre historia, luego ha acabado en un diario personal. Y es que quien mal empieza, mal acaba.

Atardecer en Culatra (Portugal) Foto del Tío Eugenio
Siete personas, cinco mujeres y dos hombres, que hace dos días no se conocían, desembarcan al atardecer en grupos de tres y cuatro en la playa de la isla de Tavira. El último en desembarcar, el viajero número siete, vuelve la cabeza para mirar el pequeño velero que les sirve de alojamiento y transporte y respira profundamente satisfecho.

Lo primero, una caminata por la playa, preciosa, impresionante, de arena fina, sin urbanizar..., un paseo en dirección al poniente, vigilando el sol que se esconde al final de la playa con una parsimonia y dignidad propia de un embajador. El viajero número siete contempla el ocaso sobrecogido por la belleza ¿Han conocido ustedes un atardecer en Portugal? No lo dejen pasar, créanme.

Tarde portuguesa
azafrán y quieta.

Atardecer en Tavira (Portugal) Foto del Tío Eugenio
 Alcanzan el confín de la playa y vuelven sus pasos, la playa se muestra entonces a sus espaldas de color dorado y la sombra, muy alargada ya, les precede en el camino de regreso hasta el inicio de la playa. Caminan a ratos por la arena, a ratos por la espuma blanca que las olas extienden. Un restaurante con mesas al aire libre les espera: ya es noche cuando llegan.

La cena. Siete personas que hace tan poco no se conocían, reconfortados por el paseo, cenan alegremente con la brisa en el rostro y el sonido del mar a su alrededor. Marisco, pescado y arroz en un caldero, vinho verde  en las copas. Les acompañan todos los mosquitos de la isla, que tambien demostraron esa noche un saludable apetito.

Al terminar la cena, una noche preciosa, alguien propone volver a la playa. Tumbados en la arena bajo la inmensa noche portuguesa, siete viajeros, reposan satisfechos. El viajero número siete comparte con los demás sus vicisitudes con el mecanismo del retrete del barco y todos ríen: es la noche portuguesa.

Noche portuguesa,
antracita y quieta.

Regreso al barco. El patrón, que debe repatriar a sus viajeros, no llega; desde el embarcadero, es llamado a voces. Son ya la una y media, otros noctámbulos de la playa colaboran en vocear el nombre del velero. Finalmente, llega el patrón y reembarca a sus viajeros en la lancha en grupos de tres y de cuatro.

En el velero, rondas de mojitos y de risas. A cierta hora, las siete personas que hace dos días no se conocían se van a descansar. El viajero número siete no puede dormir en el camarote por el calor y por la cafeína de las pastillas antimareo. De hecho no ha dormido nada en las dos noches precedentes y tampoco lo hará en las restantes; sin embargo se siente feliz, inexplicablemente feliz.

Sale a cubierta y se tumba en la hamaca del patrón. Pasa allí en vela las horas que quedan hasta el amanecer, con la noche portuguesa por edredón. Y eso le permite pensar...

Pensar en su vida, pasada, presente y futura. El viajero número siete, en flagrante situación de bienestar, está en las condiciones físicas y mentales adecuadas para pensar y decidir. Decidió algunas cosas sobre su vida, de lo material y lo inmaterial. Entre otras cosas, pensará en aquellos relatos que había escrito hace tiempo y luego había tirado a la basura, porque pensaba que no valían nada.  ¿Por qué no?  Entre otras cosas, decidirá que no le importaría en el futuro que alguien los leyera. Daba igual, escribir sobre lo que sea. El viajero número siete decidió, entre otras cosas, abrir este diario que usted lee.

Y estando en esos pensamientos, amaneció.
Alba portuguesa,
nácar y quieta.         

Cristina Branco, TRAGO FADO NOS SENTIDOS

2 comentarios:

  1. Con un inicio así, sólo se puede esperar lo mejor de este espacio. Los blogs tienen vida propia, iba a ser de historia ¿eh? pues ya ves, parece ser que ha decidido tomar otro rumbo. El mío iba a ser personal y temporal y de momento es, sobre todo, literario y los 4 meses de vida que le prometía cuando lo inicié se convertirán el lunes en 4 años...
    Precioso el fado y la fotografías. Me alegro de que tomases la decisión de compartir con nosotros tus escritos y de que la tomases bajo ese alba de nácar. Un abrazo.

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  2. Francesca→ Cuánto me alegro de que hayas calculado mal el tiempo de duración de tu blog, pues de acertar yo no lo conocería.

    Todavía guardo la intención de los artículos sobre historia, pero cuando encuentre la fórmula adecuada, ya que con los que he escrito hasta ahora se aburría hasta el disco duro y no los publico por respeto al planeta. Tal vez alguno de vez en cuando.

    Un abrazo y muchas gracias,
    Ug

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Sus comentarios son bienvenidos, muchas gracias.

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