N. del A. He estado dos semanas ausente de mis obligaciones blogueras y la conciencia me remuerde con la preocupación de que sin mis salvíficos escritos algunos de ustedes no hayan tenido la guía moral necesaria y se hayan descarriado. Dios quiera que no sea tarde
Año 1 Opus 66
Es curioso cómo nos dejamos influir en nuestras decisiones por personas que no conocemos de nada. Hay desconocidos que tienen un excepcional poder de convicción, a menudo valiéndose únicamente de una bata verde y un fonendoscopio colgando del cuello.
Verán. Yo tenía la intención, madurada y planificada detalladamente durante semanas, de pasar una semana de vacaciones en la provincia de Gerona, correteando como una cabra por los volcanes de La Garrotxa, el valle de Nuria, los Pirineos y el cabo de Creus, todo ello desde un apacible hotel con vistas al lago de Banyoles. A última hora tomé la decisión de cambiar estas vacaciones por otras, que incluía el alojamiento en pensión completa en el Hospital de Móstoles, con una habitación doble con vistas al aparcamiento y dejándome llevar en silla de ruedas a la zona de radiología.
En esta decisión me dejé influir notoriamente por una señora vestida de verde con fonendoscopio en el cuello y que no conocía de nada hasta la noche antes de mi partida.
Hoy estoy de vuelta en casa -otro señor con fonendoscopio me ha recomendado que volviera - y aquí estoy con la duda de si tomé la decisión correcta o no. El Hospital no es que esté mal, pero no sé...
Creo que, en vez de los apasionantes recorridos en silla de ruedas por los pasillos del hospital en pos de unos rayos X, debería haberme dejado llevar en el tren cremallera hasta el Monasterio de Nuria, donde las vistas no eran de mis bronquios, sino de unos valles verdes e inmensos. Creo que, en vez de la sanísima dieta del Hospital, debí haberme ido a comer pescado fresco a orillas del Mediterráneo, o una buena escalivada en la montaña o mis siempre respetadísimas mongetes amb butifarra donde quiera que las hubiera. Creo que en vez de respirar oxígeno de bote a través de una mascarilla, debí haber ido a respirarme el Pirineo y la Costa Brava a grandes bocanadas.
Esto lo pienso yo una vez que ya no tiene remedio. Pero las almas cándidas como yo nos dejamos llevar tontamente por cualquiera que lleve un fonendoscopio colgando del cuello. Una pena.
Unas fantásticas vacaciones y encima a cuenta de la Seguridad Social. ¿No es genial? |
Ya te echábamos de menos, ya, don Eugenio, y no podía ser por otra cosa que por fuerza mayor.
ResponderEliminarDesde luego que el cambio ha sido sustancial. Lo que no nos has contado es si desde tu cama o tu silla has visto a una de esas enfermeras que suelen aparecer en las visiones de los que siendo caballeros, están muy malitos.
Un abrazo y bienvenido al otro lado de la ventana.
→Azaria: pues no, las enfermeras eran majísimas, pero sólo venían a pincharme o enchufarme cosas a la vena, especialmente si estaba dormido. Así que en mis fantasías no participan enfermeras, lo siento.
ResponderEliminarUg