jueves, 1 de septiembre de 2011

La reforma de mi Constitución

N. del A. Otro día hablaré de la reforma de la Constitución que nuestros bienamados líderes nos van a clavar en todo lo alto para introducir el principio de estabilidad presupuestaria.  Eso será otro día. Hoy me preocupa mucho más un hecho trascendental en mi vida personal: desde hoy estoy oficialmente a dieta
Año II Opus 71
Primero de septiembre y como suele pasar, peso más que en junio. Se sabe que los excesos se pagan, pero yo me los guardo todos en mi cuerpo. Y como cada año debo poner coto a estos desmanes y corregirlos con una dieta alimenticia basada,  ya se pueden imaginar, en comer menos y sufrir más. El objetivo es el control estricto de mi PIB (Peso Interior Bruto)
Los indicadores macroeconómicos son indiscutibles:
estoy gordo.
Los Mercados ya me han dado varios avisos. Me dan palmaditas en la panza y me dicen "¡Estás más gordito! Y así un mercado y otro y otro... la presión es continua. Finalmente, he levantado el brazo y me he dirigido muy seriamente a los mercados para tranquilizarles con las siguientes palabras:
-Vale.

Soy así de locuaz cuando hablo con los Mercados.

Está claro que cada ejercicio termino con superhábit y que ésto sólo se soluciona haciendo dos cosas:
  1. Aumentando el gasto: empiezo de nuevo con los forcejeos de salón, (bailes de salón ejecutados con mi habilidad característica) y a buscar otras actividades físicas que hagan sudar copiosamente, como por ejemplo,  pedir aumento de sueldo a un dama o matrimonio a mi jefe. 
  2. Reduciendo los ingresos: esto implica, siempre es así, efectuar dolorosos recortes sociales, como visitas a bares, restaurantes y fiestas de guardar (de guardar comida en un tupper), así como una reducción drástica de la pensión alimenticia diaria.
Pero si cada año tengo que corregir mi PIB es porque tengo un defecto estructural llamado gula, famosa desviación condenada, como es sabido, con el rango de pecado capital y si quiero solucionarlo debo blindarme para el futuro. Es necesario modificar mi Constitución Personal. Voy a introducir en dicha Constitución un artículo que ampare el principio de Estabilidad Metabólica, de manera que pueda desterrar para siempre el superhábit crónico con el que termino cada ejercicio

Según este principio, me obligo a consumir tantas calorías como ingiero, o ingerir sólo las que voy a consumir, es decir, que asocio la ingesta a la productividad. De esta manera, el metabolismo mantiene su difícil equilibrio, las gallinas que entran por las que salen, siempre dentro de unos límites permitidos, en principio el 0,5% del PIB a compensar en ejercicios futuros.  Lo que normalmente se conoce como mantenerse en sus carnes.

Lamentablemente, esta decisión tan importante que ha tomado mi cerebro no cuenta con un amplio consenso dentro de mi cuerpo:

  • El aparato locomotor ya ha manifestado su adhesión incondicional a la iniciativa, toda vez que es el primer beneficiado de la reducción de peso. 
  • El aparato respiratorio se ha mostrado conforme, pero no entusiasta, ya que está acostumbrado a funcionar según le dé el aire. 
  • El aparato circulatorio se abstiene, es de esos que van siempre por el mismo camino y no les preocupa lo que pase fuera de su trazado. 
  • El aparato digestivo es, no cabe duda, el principal perjudicado, es quien va a sufrir las consecuencias de una abstinencia que no ha decidido y de la cual no tiene la culpa, ya que es el mismo cerebro que hoy exhorta a la templanza, quien ayer inducía a la gula. 
  • El aparato reproductor solicita con muchísima razón (en España la razón reside siempre aquí) que se celebre un referendum vinculante, pero no va a ser así. Mi cuerpo se rige por una democracia al uso como la española, donde si bien la soberanía reside en el cuerpo, del cual emanan los poderes del cerebro, éste es quien decide lo que es soberanía y lo que no. O lo que es lo mismo, que no se consultan las cuestiones importantes, si existe el más mínimo peligro de que el resultado sea negativo. Vivo en una democracia contemplativa
Llevo sólo un día de dieta y ya empiezo a notar los efectos: estoy de muy mal humor y tengo ganas de comerme a alguien. Poco a poco en España cada vez somos más los que estamos así.

4 comentarios:

  1. Mucho ánimo con la dieta, Ug, y si después de una semana, lo que has perdido es eso, una semana, siempre nos quedará aquello de que la belleza está en el interior.

    ResponderEliminar
  2. →Azaria: la belleza interior no me preocupa, a no ser que tenga masa. Si tiene, me la quito de encima.
    Un abrazo y gracias,
    ug

    ResponderEliminar
  3. Ug ¡animo tú puedes!. Y además con el plan que te has trazado, no puedes fallar.
    Besos
    Nela

    ResponderEliminar
  4. →Nela: De momento voy consiguiendo los objetivos, pero me entran ganas de fallar a cada momento.
    Un abrazo y gracias,
    Ug

    ResponderEliminar

Sus comentarios son bienvenidos, muchas gracias.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...