N.del A. Los recuerdos conservados en una caja son saludables porque nos ayudan a explorar neuronas que ya no usamos. ¡Mira éste! ¿Dónde andará? ¡Qué viaje aquel a París! En el zoo, con el colegio. Pero hay recuerdos tan bellos, tan queridos, que nos harán daño.
Ha sido culpa mía, yo abrí la caja. Hacía limpieza en el armario cuando encontré una caja de cartón, de rayas rojas y blancas. Era una caja con recuerdos, me senté en la cama y la abrí.
Error fatal: dentro había recuerdos.
No olviden nunca sus recuerdos,
esos recuerdos que abrigan el alma.
La caja contiene postales escritas en una playa abarrotada, invitaciones lejanas de boda ¿seguirán aún juntos?, fotos de adolescentes que ya no lo son, fotos de gente que ya no me recuerda, unas cerillas de un hotel sin futuro, papel de fumar sin pasado, unos galones de cabo, unos billetes de avión, de tren, un angelito de jabón...
... y cartas de amor...
De hace horas, de hace días, de hace años.
Son papeles sin membrete, anónimos,
hojas de cuaderno arrancadas por ella
sin cuidado,
sí, por ella en persona,
papeles arrancados con pasión, con deseo,
con ese desvarío desaforado
que es el amor de juventud.
¿Está usted enamorado?
En el papel duelen las palabras.
Son bellas palabras extinguidas
hace años, hace días, hace horas.
Fueron escritas por ella,
sí, por ella en persona.
No debí devolverlas al aire donde un día fueron libres,
como lo eran nuestros ojos y nuestras manos,
como fueron tiernas las briznas de hierba
que soportaron nuestro peso en el parque.
Palabras que morían de dulzura,
espontáneas y joviales,
con tintas de colores, verde, rojo, azul,
con timbre de oboes, de violines, de pianos.
Era amor de juventud.
¿Estuvo usted enamorado?
"Te quiero. Eres el centro de mi vida.
No hay nadie como tú.
Te amo.
Te querré siempre, para siempre,
a mi lado."
Bellas palabras exitinguidas,
Hace horas, hace años, hace días.
Hoy ya han muerto desangradas esas letras,
y los verbos y los adverbios
son hoy sólo recuerdos pálidos.
Fue amor de vida y juventud.
¿Estuvo usted alguna vez tan enamorado?
Ya no reposamos juntos sobre la hierba.
Ya no son libres nuestras voces. Nuestras hadas
se esconden del sol.
Desde entonces, amor,
ya no digo amor a la cara.
Ella ya no me ama,
sí, ella en persona, y no se lo reprocho.
Pero lo que me amó aún lo guardo
en sus cartas,
y sus cartas en un cajón
y el cajón en mi casa.
y releerlas ¡duele tanto!
porque ella, sí ella en persona, ya no sueña conmigo,
pero yo...