N. de. A. Esta semana les hablo de música y de hijos y de cómo los retoños se salen, afortunadamente, del camino que les marcamos y siguen el suyo propio. Id con Dios.
Reconozco que he fallado en varios aspectos de la educación de mis hijos. Uno de esos aspectos es la educación musical. Como padre abnegado y amoroso, he intentado que los dos se aficionaran al rock, pero no lo he conseguido. Fracaso en do mayor.
En el colmo de su desfachatez, los muy granujas se han atrevido a pensar por sí mismos y a elegir sus propios gustos musicales. ¿Qué les parece? Acepto que nosotros hicimos lo mismo con nuestros padres, pero esa no es razón suficiente para que nos paguen con la misma moneda. ¿Acaso deben ser ellos los vengadores de sus abuelos? La venganza no es saludable, pero en caso de admitirla, deberían vengar primero a sus padres que estamos en primer grado y luego a sus abuelos, que están en segundo.
La verdad es que no estaba prevenido. Para evitar males mayores, en la radio del coche les hacía escuchar a los AC/DC o los Judas Priest. Como quiera que el noble idioma de Shakespeare que rezuman las letras de estos grupos no conmovía suficientemente su espíritu infantil, probé con algo más cercano, si no en el tiempo, sí en la lengua: busqué el disco donde tenía aquella canción del grupo Obús, que, sobre un fondo salvaje de bajo, guitarra eléctrica y batería, recitaba estos emotivos versos en el estribillo:
"¡Queee teee joodaaan.
No. No voy a cambiaar!"
Pensé que este tipo de canción tocaría su fibra adolescente. En parte lo conseguí, pero fue una pírrica victoria. Me piden que repita la canción, yo, orgulloso, vuelvo a ponerla desde el principio; sin embargo, dicen que no, que sólo el estribillo: "Donde las palabrotas, papi, donde las palabrotas". Algo parecido consigo con "Hijos de Caín", de los Barón Rojo, que la quieren escuchar únicamente cuando está presente su pía abuela, para que se escandalice:
"¡Sufrirás, morirás!
Ésta es su voluntad.
Pero aún hay aquí,
Hijos de Caín."
Tampoco tuve éxito con los Depp Purple o los Dire Straits, ni siquiera con los Rollings Stones, cuya provecta edad podría, tal vez, ser objeto de respeto y veneración por parte de los chiquillos...; como si sus abuelitos se lanzaran a hacer un riff de guitarra.
¿Puede sufrir un padre algo peor?
Bueno, por supuesto que no es para tanto, sólo me hacía la víctima para ponerles a todos ustedes de mi parte. Ustedes me comprenden, ¿qué otra cosa puedo hacer? Escribir es influir.
Los chavales, para humillación mía, abandonaron la noble senda del rock y se aficionaron al hip hop, el rap y el reggaeton. Pongo en el coche el disco de reggaeton que me ofrecen, donde canta un señor con acento latino, que con voz aguda y repetitiva pronuncia la "R" como "L", como un chino de comic. Entre los estribillos suena una femenina voz susurrante y muy sensual (sensual=calentorra):
Hum, dame, papi, dame,
Hum, dame, papi, dame bien.
Hummm
No les decía nada, por supuesto, porque pretendo darles una educación liberal y tolerante en cuanto al sexo se refiere, pero si a mi se me revolucionaron los humores, qué efecto no provocaría en unos adolescentes. Que es mucho más fácil ser liberal con respecto a los padres que respecto a los hijos.
No contentos con escuchar todos los discos de platino que triunfan en el Arverno, también les da por crear ellos mismos sus canciones. Sí, claro, de rap... Mi hijo mayor compone letras y estribillos y graba, edita y masteriza las canciones junto a otros pilletes de su cuerda. El rap es un sonido que a muchos nos desbarata el yunque y el martillo, me imagino que de la misma manera que el heavy metal martirizaba a nuestros padres. Sin embargo...
... sin embargo, cuando lo canta mi hijo no me parece un martirio chino.
Es un milagro de la vida.
En sus letras demuestra una sensibilidad que no siempre exhibe en el resto de sus actividades cotidianas. Y además, me siento orgulloso de que pierda el tiempo "creando". No sé si son composiciones buenas o malas (quiero decir que desconozco los estándares de calidad del rap, si existieran), pero son composiciones suyas y eso tiene muchísimo valor para mi.
¿Será posible que les perdone la traición? Con su sello casero El Sonido de El Recreo, compone y graba canciones como éstas:
Pero llegará el día en que tendrán hijos que escucharán Dios sabe qué ruidos nuevos y pensarán que el rap es cosa de viejos, mientras estudian a Mark Knopfler en el mismo libro que a Débussy o Monteverdi. Y de alguna manera u otra mis hijos se sentirán orgullosos de sus hijos y prolongarán su vida en ellos.
Y ese día, mis nietos vengarán a su abuelo de la afrenta.