N.del. A. La ley que prohíbe en España fumar en lugares públicos ha supuesto un antes y un después para los alvéolos de los que no fumamos. Yo lo celebro con toda la pirotecnia de mi alma. A pesar de esto, lamento que los fumadores se sientan «perseguidos» y a ellos dedico la entrada de hoy.
Opus 57
El POLICÍA llama a la puerta con gran seriedad. Detrás de él, el INFRACTOR le sigue cabizbajo y avergonzado, en comedido silencio. Mientras esperan a que abran la puerta, el policía mira con severidad al infractor y le reconviene moviendo la cabeza. El humillado infractor no dice nada. Abre la puerta la MADRE, una mujer, de avanzada edad, que se asusta al ver semejante visita.
POLICÍA: Señora, buenos días, ¿es usted la madre de este pollo?
MADRE: ¡Ay mi hijo! ¿Qué le ha pasado?
POLICÍA: No le ha pasado nada, señora. Anda, dile hijo, dile lo que has hecho. (El infractor no dice nada) ¿Sabía usted, señora, que su hijo fuma?
MADRE: ¿Qué me dice? ¡Santo sea el Cielo, con todos sus Ángeles y Arcángeles, Santos y Beatos!¡El niño fuma!
POLICÍA: Como lo oye, lo hemos sorprendido fumando en la calle en compañía de otro amigote, que también va a ir a sus padres.
POLICÍA: Como lo oye, lo hemos sorprendido fumando en la calle en compañía de otro amigote, que también va a ir a sus padres.
MADRE: ¡Ay, hijo mío, que nos quitas la vida a disgustos! ¡Con cuarenta años y ya fumando! ¿Qué harás cuando cumplas los cincuenta? (el infractor sigue sin responder, avergonzado)
POLICÍA: Este pollo querrá volver a los tiempos de la barbarie, cuando se podía fumar en los restaurantes y hasta el maitre te ofrecía tabaco.
MADRE: No me lo quiero ni imaginar. Te hemos dado dos carreras ¿y para qué? ¿Para que fumes como un cualquiera?
POLICÍA: Ahora ya sabe lo que hace su hijo cuando sale del trabajo.
MADRE: Con razón tardaba tanto en llegar, como que se quedaba fumando con sus amigotes. ¿Y no te regañan en la fábrica?
(El infractor se anima, por fin, a contestar)
INFRACTOR: En la fabrica no me dicen nada mamá, soy el dueño.
MADRE: ¿Y eso qué?
INFRACTOR: Pues eso, que soy el dueño del negocio. He pasado toda la semana ocupadisimo despidiendo trabajadores para contratar inmigrantes ilegales, acosando sexualmente a las becarias, escatimando dinero en seguridad e higiene, sobornando a los poderes públicos, defraudando al Fisco y a la Seguridad Social, blanqueando dinero con las cuentas del IVA, evadiendo capitales hacia las Islas Caimán y al final de la semana, me he permitido relajarme un poco, con mi amigo el juez, tomando unas copas, unas rayitas de coca, unas putas y finalmente, un cigarrito. ¿No me he merecido el premio?
MADRE: Sí, hijo, sí, todo me pone muy orgullosa, pero, ¿tenías que estropearlo fumando?